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miércoles, 31 de agosto de 2016

El viejo Willi

A 2500 metros, iniciando el ascenso, el corazón comienza a bombear con fuerza y es necesario mantener la calma e intentar respirar lento, profundo. Olvidarse de la prisa del corazón y concentrarse en la serenidad.
Por eso el viejo Willi nos hizo estirar, inspirar, expirar, relajarnos antes de nuestra partida. 
Tres de la ría de Vigo, acostumbrados a coger el aire casi por debajo del nivel del mar, iniciando un ascenso desde los 2500 hasta los 3720 metros en apenas 4 kilómetros y medio.
El objetivo es llegar sin haberse roto el corazón, ni las rodillas. Las pausas son constantes para tomar aire. 
El viejo Willi camina delante de nosotros ascendiendo con suavidad. Nos adelantan jóvenes, que respiran fuerte y pisan aún más fuerte. Su corazón y sus rodillas aguantan, de momento...
Del bosque tropical pasamos a un terreno más agreste. 
Un colibrí, se nos muestra un par de veces. Parece burlarse de nuestro lento caminar. 
Una vez superada la pared ( un kilómetro de especial dificultad), el paisaje de los valles a nuestros pies es espectacular como también lo es la vista de las montañas que hace un par de horas nos parecían remotas y que ahora están a nuestra altura.






La meta, el lago Iguaque, puede decepcionar, no es especialmente bello, y mucho menos, grande. Más interesante es su historia: El origen de la vida para los muiscas . El viejo Willi es uno de ellos y nos habla con pasión de sus mitos, sus ideas, sus costumbres y su genética que mantiene vivos, según él, algunos comportamientos en las generaciones actuales.












Más frívolo, pero muy marcado en la cultura gastronómica el chocoramo que degusta mientras narra su historia.

Comienza el descenso.
El corazón va más lento, pero sufren más las rodillas. Manos en los bolsillos o entrelazadas en la espalda. Es más fácil mantener el equilibrio bajando. Los pies deberían ir de piedra en piedra, " casi flotando" para evitar movimientos bruscos de las rodillas.
Las hormigas culonas, las arepas de maiz pelado, el sancocho... salen en la conversación ya más relajada, sin el esfuerzo del corazón alborotado. 
El viejo Willi nos invita a un café orgulloso de que sean los propios "boyacenses" los que gestionan el Parque Nacional. 
Hablamos de la posibilidad de paz, por fin, en Colombia. Del referéndum sin fecha, de Uribe, de Santos...respiramos, meditamos, conversamos... 
Un gran día. Gracias Willi. 
Victor Blanco


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